Vistas de página en total

viernes, 10 de diciembre de 2010

lamujer del pasillo

LA MUJER DEL PASILLO...

UN GRUPO DE AMIGOS REUNIDOS PARA JUGAR A LA OUIJA RECIBEN UNA VISITA INSOSPECHADA QUE LES CAMBIARÁ LA VIDA.

Esta es mi historia: Una noche de Halloween, por hacer algo de miedo, jugamos a la Ouija, cosa de la que siempre me arrepentiré.

La noche era fría, en el ambiente se notaba un aroma extraño, no sé definirlo con palabras; unos amigos y yo buscamos una vieja Ouija que mi familia siempre ha tenido guardada... Era de mi bisabuela, la cual había muerto cuando yo aún no había nacido, y siempre había querido conocerla. Mis amigos hacían eso por diversión, yo por un fin, puesto que quería hablar con mi bisabuela.

La sesión comenzó, entre risas mis amigos bromeaban, yo estaba muy serio, concentrado, pero ellos no lo notaron, hasta que cayó un rayo que iluminó toda la habitación oscura, seguido de un trueno, que estremeció hasta el último de mis huesos. Asustados por el rayo, mis amigos, se quedaron en silencio, como yo, concentrándose, de repente, el puntero de la Ouija comenzó a moverse. Preguntamos al unísono, quién era, pero no respondió.

El puntero se movía sin cesar de un lado para otro, sin formar palabras. Al final paró, y lentamente, formó las siguientes palabras: "Estoy yendo a por vosotros".

Llamaron a la puerta, pero nadie se atrevió a abrirla, sólo oímos la voz de quien llamaba: Era una mujer, que estaba en el pasillo y gritaba por entrar a mi habitación. El cerrojo estaba echado, no podía entrar, pero parecía que iba a tirar la puerta abajo.

La mujer gritaba desesperada, la puerta iba a caer, así que empujamos la cama para atrancarla. La mujer cada vez más desesperada, gritaba mi nombre. Yo tuve el impulso de abrir la puerta, pero me contuve, esos gritos eran desesperados.

Entonces me di cuenta: Era mi bisabuela; algo me lo decía, aunque no podía explicar cómo lo sabía.

Me lancé a abrir la puerta, quería verla, tenía que verla, pero mis amigos me agarraron. Los gritos cesaron, una de mis amigas, tuvo un ataque de nervios. Nos acercamos a consolarla, pero una voz grave y fuerte salió de ella diciendo que no nos acercáramos. Nos quedamos de piedra.

La mujer del pasillo comenzó a gritar de nuevo: "¡Os lo advertí, y no me hicisteis caso, ahora moriréis!". Mi amiga comenzó a moverse de un lado a otro, diciendo que nos mataría. Intentamos abrir la puerta pero no pudimos. Los gritos volvieron a cesar, conseguimos abrir la puerta, yo salí primero, pero se cerró detrás de mí. Oí los gritos aterrorizados de mis amigos, histéricos, pidiendo socorro, dando patadas a la puerta para abrirla , culpado por el asesinato de mis amigos, los cuales encontré muertos cuando conseguí abrir la puerta de mi habitación.

TERROR EN LA RUTA:

Una de las historias populares más macabras entre las creadas en el siglo XX es la que hace referencia a un conductor que en el último momento decide no recoger a un viajante. Generalmente el narrador comienza diciendo: "¿Te conté lo que le ocurrió a mi amigo? Bueno, de hecho fue a su primo..." Y continúa así: Un automovilista va conduciendo por una carretera, cuando ve a un hombre joven con el pulgar levantado. Al disminuir la velocidad para recogerlo queda consternado al ver que detrás de los arbustos o árboles de la carretera asoman dos o tres compañeros suyos.

Considerando quizá que están abusando de su generosidad, o tal vez alarmado ante la posibilidad de que se trate de una banda de ladrones, el conductor decide en el último momento no recogerlos. Los viajantes se encuentran ya bastante cerca del coche, pero el conductor pisa el acelerador a fondo y se aleja tan rápido como puede. Los viajantes parecen enojados: gritan y chillan mientras el automovilista se aleja. Feliz de haber logrado escapar a tiempo, el conductor sigue su camino unos kilómetros sin detenerse. Después, al comprobar que el indicador de la gasolina se acerca al cero, se para en una estación de servicio.
Acto seguido observa que el operario de la estación de servicio, lívido como la cera, se aparta horrorizado del coche. El conductor baja para ver qué es lo que pasa, y queda paralizado de horror ante lo que ven sus ojos.

Atrapados en una de las manijas de la puerta hay cuatro dedos humanos.

la casa embrujada

Hace algún tiempo, en un paseo que hice a los bosques de la ciudad de México, íbamos por la carretera, cuando de pronto el auto en el que viajábamos mi prima Angela y yo, se paró sin razón, lo habíamos alquilado y nos habían asegurado que todo estaba bien, por lo que decidimos bajar del auto y pedir ayuda, ya como mujeres inexpertas que éramos en mecánica, ni siquiera lo intentamos arreglar, teníamos miedo de estropearlo más de lo que ya estaba. Nos colocamos las dos en el arcén de la carretera esperando que algún auto pasara y nos ayudara, era alrededor de las cinco de la tarde, y como era en el mes de noviembre ya empezaba a oscurecer, empezamos a sentir miedo e inseguridad, nosotras en plena carretera y solas. Pero nuestra suerte cambió en pocos minutos y mi amiga Angela logró detener un auto, era un joven muy guapo, nos preguntó que pasaba y nosotros no supimos explicarle exactamente el problema que tenía el auto, el joven levantó el capó y miró si el auto tenía algún desperfecto, pero como ya oscurecía y no teníamos ninguna linterna el joven nos sugirió: - Miren, vivo cerca de aquí, en una pequeña casa, muy humilde, vivo con mis abuelos, pero con todo gusto les ofrezco mi casa y mañana bien temprano vamos al pueblo mas cercano y buscamos ayuda, y si no es algo grave hasta yo les puedo ayudar sin ningún compromiso..¿que dicen? Angela y yo nos miramos y pensando que era peor quedarnos solas en la carretera, aceptamos la propuesta del joven. Ocultamos el auto entre unos árboles y nos dirigimos bosque adentro hacia el hogar del joven, efectivamente no se encontraba lejos de la carretera, cuando entramos a la casa, estaban una linda pareja de ancianitos sentados en unas mecedoras de madera, muy callados, la abuela sólo nos sonrió, nosotras contestamos el saludo y el joven inmediatamente nos llevó a lo que sería nuestro cuarto. Al llegar la noche, Angela y yo no podíamos dormir de tantos ruidos que escuchábamos, decidimos salir para ver que pasaba, y vimos que el cuarto del joven tenía la luz encendida, y escuchábamos como se aclamaba desesperadamente a Dios pidiendo repetidas veces perdón...pero no sabíamos por qué, Angela se acercó al barandal de la escalera y me dijo: - ¡Mira!... Estaban bajo nosotras las dos mecedoras que se movían como si algo o alguien estuviera sentado ahí, meciéndose, no había viento ni nada que las moviera, las dos nos miramos asustadas y corrimos a nuestra habitación para encerrarnos, cuando amaneció ninguna de las dos había podido dormir. Cuando salimos de la habitación había un silencio sepulcral, que hasta daba miedo, estábamos tan asustadas que decidimos salir de de la casa y buscar el auto, al fin de cuentas no caminaríamos mucho. Cuando llegamos al auto, cual seria la sorpresa, que arrancó a la primera, sin ningún fallo y logramos irnos de ese misterioso lugar el cual nos causaba miedo. Llegamos a un restaurante del primer pueblo que encontramos, teníamos mucha hambre, un policía que se encontraba sentado cerca de nosotras nos preguntó: - ¿Es de ustedes ese auto que esta afuera? - Si.- le respondimos.- ¿Por qué oficial?. - Me pareció haberlo visto en la orilla de la carretera. _ Ah si, lo que pasa es que nos quedamos en una casa que esta cerca del lugar, ya que nuestro auto se paró y no podíamos arrancarlo. _¿Donde dicen que se quedaron? _ En una casa que esta cerca de allí. _ La única casa que está cerca de allí es la de los Sres. Sánchez. - ¿Unos que viven con un joven? - Dirán, vivían, hace tiempo que murieron los abuelos, al parecer cuentan que el joven los mató y después se suicidó. Se encontraron los cuerpos de los abuelos sin vida sentados en sus sillas y el joven colgado de su cuarto. - No puede ser oficial, tal vez sea otra familia la que usted nos dice, porque nosotras estuvimos en esa casa, y ahí estaban los abuelos y el joven, la abuela hasta nos sonrió y el joven nos prestó una habitación. - Pues quien sabe muchachas, tal vez esté equivocado, puede ser alguna otra cabaña del lugar que yo no conozca, pero no lo creo, este pueblo es muy chico y vivo aquí desde que nací, y créanme, según yo, la única casa separada del bosque es esa, pero para salir de dudas, ¿por qué no vamos al lugar donde dicen ustedes que se quedaron a pasar la noche?. Decidimos llevar al oficial a la casa, tal vez porque queríamos escuchar de sus palabras, que efectivamente, se había equivocado y nosotras nos quedaríamos tranquilas. Pero cuando llegamos al lugar, el oficial afirmó que realmente era la casa de los abuelos asesinados y del joven que se había suicidado. Nosotros le creímos porque la casa ya no estaba igual, cuando entramos, era una casa totalmente abandonada, sin techo, con telarañas, ahí estaban las dos sillas solas y del techo de la habitación del joven, aun colgaba la cuerda con la que había sido ahorcado.